

Son veintidós relatos, algunos micro, donde Lucía, una vez más, nos muestra su capacidad para contar historias. En unos a través de siete líneas, en otros dialogados, y en todos la emoción cuelga como una lágrima que se desliza por la mejilla, que a veces se congela y en otras llega hasta la comisura de los labios dejando en ellos el sabor salado de la amargura.
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Tal y como dice Blanca Langa en la contraportada, Umbrías es una colección de relatos que tienen un punto de tristeza, de nostalgia. En todos ellos la mirada de la autora hacia los personajes es aguda y certera, y nos mueve a la empatía o a la ternura, a la duda o a la compasión.
También encontrará el lector algunas pinceladas de luz que le harán sonreír, o le moverán a la risa. Pues las sombras no podrían existir sino como ausencia de la luz.
Luces y sombras - sonrisa y tristeza- se intercalan en el libro como los buenos ingredientes de un cóctel. La acertada combinación en "Umbrías" de unos y de otros es lo que consigue un resultado único y especial.
Blanca Langa